En Asia, el Kratom ha sido habitualmente usado para reducir la dependencia y el síndrome de abstinencia provocados por el consumo de opio.
Actualmente, esta planta ha encontrado un lugar como herramienta para reducir riesgos asociados al consumo de alcohol, opiáceos y otras drogas. En Kentucky, el uso de Kratom se ha asociado a consumidores de heroína, pero los investigadores destacan que esta planta, debido a su menor poder adictivo, no es preferida a la heroína u otros opiáceos [1] .
Resultados similares se han encontrado en Malasia, dónde el Kratom es consumido por usuarios de opiáceos ilícitos para reducir los efectos adversos de estos (síndrome de abstinencia) y también para reducir el uso de metaanfetamina (72% de los encuestados). Al igual que el estudio de Kentucky, al valorar de forma subjetiva el poder adictivo del Kratom, los voluntarios lo calificaron como menos adictivo que otros opiáceos, la metaanfetamina, bezodiacepinas, cannabis y ketamina [2]. El estudio también resalta que, a pesar de la capacidad adictiva del Kratom y su consumo extendido en este país, no supone un problema sanitario significativo.
A pesar de lo ilustrado, el consumo de Kratom en Asia no está relacionado con el consumo de sustancias ilícitas, sino para sobrellevar el trabajo duro y mejorar el estado anímico, como así reflejan el estudio anterior y el llevado a cabo este año por Singh D [3].